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Manzanas y leones. En memoria de Miguel Ãngel Furones

“Apareces todo vestido de blanco, con sombrero y bastón, bailando unos pasos que pretendían ser una coreografía, junto a un buen montón de compañeros tuyos en la Thompson. Dame un momento que lo digitalizamos y te lo mando. Vas a alucinar, Miguel Ángel”.

Llamé a mi querido Furones cuando entre la impresionante donación del archivo histórico que nos había hecho la JWT, descubrimos un umatic con la grabación de una fiesta de los años setenta, en la que Miguel Ángel aparecía de tal guisa, al principio de su llegada a la agencia, apenas comenzando su meteórica trayectoria profesional. Porque lo de Miguel Ángel sí que fue tocar las estrellas, literal como la identidad corporativa que antaño tuvo su querida Leo, en la que una mano apuntaba siempre a acariciar los cuerpos celestes. Y por el camino, nos dejó claro que en la publicidad, había otras manzanas tan importantes como la de Apple, y otros leones tan majestuosos como los de Cannes. Su Leo, su Publicis.

En estos momentos, como también les estará pasando a todos los que gozaron de su amistad, de su eterna sonrisa, se amontonan los recuerdos, tropezando unos con otros, como intentando rescatar algo que nos suavice tanta tristeza. Trasteo en mi móvil, en los mensajes que nos mandábamos por WhatsApp, y me doy cuenta la de veces que le decía que si me asomaba por la ventana, casi que le veía en la isla de enfrente, en su querida Menorca. Y él siempre contestaba añadiendo la coletilla “amigo” que hacía sentirse tan bien a uno. Era un experto en sembrar amistades y repartir cariño.

Cuántas cosas entrañables, de admiración plena, estamos leyendo estas primeras horas sobre él. Impresiones que nos demuestran lo grande que fue como publicitario y como persona. Por mi parte, jamás olvidaré que cuando desde el Centro de Documentación Publicitaria decidimos contar con patrocinadores, él y su Publicis se sumaron sin haber acabado de pedírselo. Y ahí estuvieron, año tras año. Generosidad, mucha. Y esa sensación maravillosa de sentirse amigo de él.

Hoy Mallorca ha amanecido totalmente nublado. Igual que ayer. Pero estoy absolutamente seguro que en poco tiempo volverá el sol, me asomaré por la ventana mirando en dirección a Menorca y le veré sonriendo, con una copa de vino en el jardín de tu casa, imaginando cualquier cosa sobre la que volver a escribir.

Hasta siempre, amigo.

“Oye Sergio, este vídeo es impresionante. ¡Qué pintas! Ni me acordaba ya de aquello, me ha emocionado mucho, de verdad. Muchísimas gracias.

Miguel Ángel, agradecido yo por todo lo que me has dado. Alguna vez tenía que ser yo el que te devolviera algo”.

Por Sergio Rodríguez
Fundador del Centro de Documentación Publicitaria