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Historia de las marcas

CEREGUMIL

La historia del tónico Ceregumil comienza en 1878 en Granada, cuando nace su fundador y farmacéutico Bernabé Fernández Sánchez. Aquí se licencia en Químicas y trabaja cómo tal en las bodegas Jiménez y Lamothe de Málaga.

Con el tiempo y aconsejado por su padre, se traslada a vivir a Montilla (Córdoba), donde se casa con Blanca Canivell Pascual -de origen catalán, nieta de Francisco Canivell, cirujano real de la Armada y médico del pintor Francisco de Goya- y empieza a gestionar en 1904 una farmacia llamada "Moderna", situada en la calle Corredera, 49. Él no se siente cómodo tras el mostrador, de forma que contrata a Joaquín León Cabello, que ya tiene cierta experiencia en la Farmacia Estrada, en Puente Genil. Mientras, Bernabé Ferández se ocupa de preparar las fórmulas magistrales en la trastienda.

La trayectoria empresarial en el sector téxtil de la familia de su mujer, será clave para impulsar industrialmente los primeros pasos de Ceregumil. Las primeras etiquetas estarán escritas a mano por el propio Bernabé Fernández, indicando en ellas que Ceregumil es "un tónico y alimento remineralizador del organismo especialmente indicado en casos de enteritis agudas y crónicas, anemias, escrofulismo, dispepsias y debilidad orgánica". Antes de la creación de la marca, en las estanterías de la farmacia unos grandes tarros cuentan con etiquetas que rezan: "Productos del laboratorio de Bernabé Fernández. Farmacéutico. Extracto de cereales y leguminosas", y que bajo la denominación posterior de Ceregumil, llegarán con éxito, no solo a toda España, sino parte de América, Europa y África.

El origen de Ceregumil se sitúa en 1907, donde gracias a un tónico realizado mediante la maceración de extractos de trigo, cebada, maíz, avena, judías, lentejas, miel, azúcar de caña y agua, llega a una solución para la intolerancia gástrica y consecuente desnutrición de su hijo de dos años. A raíz de su curación -en un momento donde harinas lacteadas, caldos vegetales y leches condensadas pretenden acercarse a lo propio-, el interés por parte de la comunidad médica y científica creció exponencialmente.

Su hijo, Bernabé Fernández-Canivell Sánchez, será con el paso del tiempo un intelectual con gran influencia en varios artistas de la Generación del 27 y precursor de la revista literaria La Caracola.

Tal fue la aceptación popular, que Bernabé Fernández registra el invento y la marca (resultado de mezclar sílabas de cereales, leguminosas y miel) en 1912, y busca una ciudad próxima al mar o puerto de mar donde fabricar y distribuir Ceregumil a todo el mundo. Málaga es la ciudad elegida, donde abre fábrica en 1921 en el Paseo de la Farola. En 1912, también cambia el envase por una botella de cristal. La demanda es tan grande que incluso antes de llegar a Málaga, Bernabé Fernández Sánchez se ve obligado a crear una sociedad mercantil con sus cuñados Francisco y Arturo Canivell, para así hacer frente al futuro. Aún en Montilla, los primeros puestos de trabajo en la sociedad está ocupados por mujeres, que se encargan de la elaboración del compuesto y de su envasado. Hay incluso un carpintero que hace los envases de madera y un cochero, conocido como "El Viruta", transporta las cajas de Ceregumil por la provincia. De hecho, antes del traslado a Málaga, la Farmacia Moderna amplia sus instalaciones con la adquisición en propiedad de la parte trasera de la botica, que da a la calle Escuelas -tramo de calle que hoy se llama Fernández y Canivell-, donde se instalan los laboratorios de la empresa y la residencia de la familia, conociéndose como Casa del Ceregumil.

Ceregumil comienza a recibir premios como la medalla de oro conseguida en la Exposición de Palma de Mallorca, la cual reproduce en su etiqueta. Otros reconocimientos vendrán en la Exposición y Feria de Muestras de Málaga (1924), en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929), en Exposición Internacional de Perú (1949), etc. Posteriormente será elegida Miembro de Honor de las Cámaras de Comercio de Buenos Aires (1959) y Venezuela (1973).

La apuesta por la publicidad, de la mano de su cuñado Francisco Canivell, se hace patente en los concursos de cartelería que convoca, donde participan artistas publicitarios de primer nivel como Bartolozzi.

En 1972, Ceregumil inaugura nuevas instalaciones en el Polígono Industrial El Viso, también en Málaga. Las cuales estarán en funcionamiento hasta 2009, fecha en la que se trasladan al Parque Tecnológico de Andalucía.

Los años 60 y 70 traen la difusión del producto utilizando la radio. En los 80 empieza a realizar sus primeros anuncios en televisión, aumentando su presencia en este medio en la década siguiente.

La gama de productos que hoy fábrica Ceregumil es extensa, contando con una amplia variedad de complementos vitamínicos dirigidos a distintos perfiles.

A continuación, artículo publicado en El Mundo en 2006 por Susana Villaverde:

El viejo Ceregumil se revitaliza.

Nació gracias a la inventiva de un boticario granadino, en 1907. Era tan milagroso que hasta salvó la vida de su hijo. Desde entonces, el Ceregumil, extracto de cereales, legumbres y miel, ha fortalecido a generaciones enteras. Incluso a reyes. Ahora la empresa se moderniza con productos que combaten el estrés laboral.

Ha pasado casi un siglo. Nada queda de aquel laboratorio donde el farmacéutico Bernabé Fernández Sánchez machacaba con sus propias manos los cereales y las leguminosas que mezclaba con miel y azúcar de caña para obtener una milagrosa fórmula. Sólo en la memoria y en viejas fotografías, el rostro de aquel hombre sonríe aún satisfecho sin saber que había fundado un imperio de tónicos y reconstituyentes llamado Ceregumil.

El brebaje nació en 1907 gracias a la inventiva, inquietud y perseverancia de ese boticario granadino, empeñado en aliviar a personas convalecientes y con intolerancia gástrica, una dolencia que provocaba una elevada mortalidad infantil en la época. Precisamente, su hijo de 2 años cayó gravemente enfermo por tal motivo. No asimilaba nada de lo que ingería, llegando a estar al borde de la muerte. Su padre pudo comprobar la eficacia del producto cuando gracias al jarabe el niño comenzó a recuperarse y a estar bien alimentado.

"La voz se propagó como la pólvora por toda Andalucía. La fórmula, en la que se maceraban extractos de trigo, cebada, maíz, avena, judías, lentejas, miel de abejas y agua, no producía intolerancia gástrica y funcionaba perfectamente; por eso todos los médicos fueron a verle, se interesaron muchos científicos y se inició la demanda del producto", relata desde su despacho el abogado Juan Ramón Fernández Canivell y Toro, nieto del farmacéutico inventor del Ceregumil y criado desde su infancia con esta fórmula magistral. "En casa lo tomábamos todos, y mis hijos también lo toman ahora; ninguno hemos caído enfermo", asegura.

Fernández Sánchez -nacido en Granada en 1878, licenciado en Químicas por la universidad de su ciudad y trabajador en su juventud como químico en las bodegas Jiménez y Lamothe de Málaga- se casó con Blanca Canivell Pascual, nieta de Francisco Canivell, el que fuera cirujano real de la Armada y médico del pintor Francisco de Goya.

Fue la familia de ella, de origen catalán y con experiencia en el sector textil y empresarial, la que impulsó con decisión el desarrollo industrial del jarabe. Primero se extendió por toda Andalucía; el etiquetado, elaborado a mano por el propio Fernández Sánchez, describía el producto como "un tónico y alimento remineralizador del organismo especialmente indicado en casos de enteritis agudas y crónicas, anemias, escrofulismo, dispepsias y debilidad orgánica".

Acrónimo. Pero en 1912 la competencia de jarabes similares, e incluso imitadores, llevó a su inventor a registrarlo y patentarlo con el nombre de Ceregumil, un intento de acrónimo formado con algunas sílabas de las palabras "cereales", "leguminosas" y "miel". También se cambió el envase y comenzaron a fabricarse las botellas de vidrio, imagen de las últimas décadas. La demanda creció de tal manera que sobrepasó la capacidad de producción del laboratorio de la farmacia cordobesa de Montilla y del creador de la fórmula, lo que desembocó en la constitución de una sociedad mercantil entre Fernández Sánchez y sus cuñados Francisco y Arturo Canivell Pascual. La empresa se llamaría Fernández y Canivell, nombre de los laboratorios de Ceregumil y de todos los descendientes de una saga que perdura en la actualidad.

Se planteó entonces incrementar los niveles de producción para cubrir el mercado nacional e incluso acometer exportaciones, por lo que en 1915 estudian su traslado a Málaga, ciudad portuaria y de comercio internacional. Allí adquieren en 1921 un gran inmueble en el Paseo de la Farola, en el que se ubicaría un moderno laboratorio basado en las últimas tecnologías del momento, con una gran nave de almacenaje y una bodega. Para entonces, la fama de Ceregumil ya había cruzado las fronteras y comienzan las ventas en Europa, Sudamérica y Estados Unidos.

"El traslado de la fábrica fue algo complejo, porque hay que tener en cuenta que mi abuelo se trajo a los trabajadores de Montilla, aunque la farmacia de la localidad cordobesa seguía produciendo en la medida de sus posibilidades", según Fernández Canivell, quien asegura que la compañía llegó a contar con medio millar de empleados, frente a los 16 que hoy trabajan en la empresa. "La comercialización del producto fue muy rápida y desde entonces hay patente de Ceregumil en todos los países del mundo", explica el nieto del famoso farmacéutico, quien destaca el papel de los hermanos de su abuela en la gran difusión y el éxito que obtuvo el jarabe.

"Fue una empresa pionera en la búsqueda de publicidad, muy moderna para lo que había en los años 20, y el responsable de todo eso fue Francisco Canivell, hermano de Blanca, mi abuela". Estrechamente implicado en el proyecto auspiciado por su cuñado, se convirtió en todo un ejecutivo de ventas: viajó a todos los países susceptibles de adquirir el producto, contactó con los médicos más importantes del país y transformó Ceregumil en mecenas y patrocinador de eventos artísticos y culturales, logrando una altísima proyección de la marca y un incremento considerable de las ventas, tanto en España como en el exterior. No en vano su padre, y suegro de Fernández Sánchez, Ramón Canivell, era agente general de los Laboratorios Vidat y Ribes en Barcelona.v Las actuales instalaciones de la empresa en Málaga están decoradas con muchos de los carteles que hicieron famoso el Ceregumil, como el bebé que lleva entre sus brazos una botella del jarabe, aquel cuyo lema rezaba "golosina del niño, sostén del anciano" o el loro que parecía repetir "con esto, otros cien años", pintado por Tono y ganador de un certamen publicitario en 1917. Algunos incluso recibieron el reconocimiento de jurados internacionales, como el concurso de carteles de 1929 que tuvo lugar en la Exposición Internacional de Barcelona.

Pero también decoran las paredes de la actual sede de Laboratorios Fernández y Canivell cuadros que recogen un sinfín de escenas médicas. Reproducciones de estas pinturas poblaron las paredes de miles de farmacias y de despachos de doctores, ya que Ceregumil obsequiaba a los profesionales con estas láminas, al tiempo que promocionaba sus productos. Como si de un medicamento se tratara, el reconstituyente estuvo disponible en clínicas y hospitales durante décadas. De hecho, hasta 1980 el contenido distribuido por la firma era considerado una especialidad farmacéutica, casi un medicamento, hasta el punto de que estaba presente, en botellas de litro, en todos los hospitales del país. Ni siquiera durante la Guerra Civil se interrumpió su suministro, aunque tuvieron que producirlo en la clandestinidad desde una finca familiar de Algarrobo costa, en Málaga, "porque la República lo requisó todo", apunta el nieto del inventor.

En el crepúsculo del siglo XX llegó el estancamiento. Nada iba mal, y sin embargo las ventas no crecían y el mercado se llenaba de productos para paliar el cansancio de la vida moderna. Los descendientes en tercera generación de Fernández y Canivell tomaron caminos diversos y decidieron que era preciso un cambio. Finalmente, algunos nietos optaron por vender el 68% de la empresa al grupo Albaida, con el que mantenían buenas relaciones. Los nuevos socios, dos compañías con participación en sectores económicos diversos, "llevaban años ilusionados con entrar en Ceregumil", según Fernández Canivell, y ahora que han tomado las riendas del negocio quieren mantener la idiosincrasia del producto a la vez que ampliar horizontes. Los dos únicos descendientes que siguen, Juan Ramón y Ramón Fernández Canivell, se muestran también ilusionados con el futuro inmediato y las nuevas oportunidades.

Quieren celebrar el inminente centenario de Ceregumil (2007) con la inauguración de unas nuevas instalaciones y su definitiva metamorfosis. Para ello han previsto una inversión de 3,6 millones de euros en la adquisición de la parcela y la construcción de las instalaciones.

El gerente y responsable de la nueva estructura, Juan Carlos García, argumenta la estrategia de Ceregumil afirmando que es una marca "centenaria y muy conocida, pero anticuada o centrada en el pasado, con una gama limitada de productos". Por eso, la propiedad actual ha decidido en su primer año ampliar la oferta, intensificar los esfuerzos en I+D, crear un equipo de marketing y publicidad, transformar el logotipo y abrir mercados exteriores, especialmente en Sudamérica y EEUU, donde ya se han alcanzado acuerdos con importantes distribuidores.

La memoria colectiva está ayudando a Ceregumil a recuperar mercados que en los años 20 se le abrieron de par en par, pero que las circunstancias políticas y económicas truncaron sin remedio. Por ejemplo, la llegada al poder de Fidel Castro en Cuba provocó la pérdida de todas las propiedades en la isla "y ahora intentamos entrar de nuevo", apunta el último eslabón de la saga Fernández Canivell. Tras la Guerra Civil y con los mercados iberoamericanos ya tocados por el producto, la marca se plantea montar una factoría en Cuba, pues el azúcar moreno procedía de este país y el jarabe era muy conocido en la isla, donde se esperaba con expectación la implantación de una fábrica y la consiguiente creación de puestos de trabajo. En la actualidad, el 10% de las ventas son exportaciones y el mercado más importante que tiene la firma es Portugal, donde se instaló en los 50, seguido de China, donde se vende el jarabe desde los 80. En Oriente y en Sudamérica goza de gran aceptación puesto que son mercados que se decantan por productos de composición natural y vegetal. Además, hoy en día la variada gama de complementos nutricionales se vende en 20 países.

Muy andaluz. En el territorio nacional este reconstituyente tiene una cuota de mercado del 10%, en Andalucía llega al 20%, en Levante al 12%, en Cataluña al 8% y en Madrid al 5%; resulta menos conocido en el norte de España. El 80% de las personas que consume Ceregumil en su versión de jarabe tradicional sobrepasa los 60 años. Anualmente, se comercializan en estuches 150.000 litros de Ceregumil, 12.000 litros de Ginseng y 100.000 litros de otros productos.

La situación ha sido muy estable en los últimos años, con una facturación anual de entre 2 y 2,3 millones de euros, "pero pretendemos triplicar la facturación en los próximos tres años hasta superar los seis millones de euros. Para eso debemos adaptar el producto a las nuevas necesidades, siempre con ingredientes naturales, sin químicas ni aditivos", añade García.

En la compañía se guardan como oro en paño centenares de cartas y recomendaciones médicas que alaban las cualidades del jarabe. Custodiadas en antiguos álbumes de fotos y papel de seda, en la vieja fábrica de Ceregumil en Málaga se archivan las firmas de importantes diplomáticos de los países latinoamericanos y gobernantes de la época, médicos de toda España, aunque de caligrafía casi ilegible, y modestos ciudadanos que contribuyeron con sus cartas a acrecentar la credibilidad de la marca.

Hasta la realeza española sucumbió al dulzor del jarabe y respaldó con su firma la trayectoria de la compañía. Es el caso de Isabel de Borbón, infanta de España, cuya rúbrica quedó estampada el 22 de noviembre de 1929 en el libro que Ceregumil dispuso con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla.

El refrendo regio subrayó la eficacia de un producto sin tacha. "En 100 años nunca hemos tenido una queja o una denuncia; no hay efectos secundarios, a nadie le sienta mal, y esa es la mejor publicidad", sostiene el gerente. La empresa que rigen los Fernández y Canivell cerró el ejercicio 2005 con 2,5 millones de euros de facturación. El abuelo Bernabé, que salvó la vida de su hijo, consolidó una saga y echaba la cuenta en reales y pesetas, jamás imaginó tan pingües ingresos.

Otro artículo publicado en Diario Sur en 2009 por Eugeni Cabezas:

Quién le iba a decir al farmacéutico granadino Bernabé Fernández Sánchez que aquel brebaje que empezó a dispensar en su farmacia de la localidad cordobesa de Montilla, a principios del pasado siglo, iba a convertirse en uno de los productos más populares en el sector de los complementos alimenticios. El famoso Ceregumil -acrónimo de Cereales, Legumbres y Miel, principales ingredientes del ‘mágico� jarabe-, ha superado ya el primer centenario de vida y sigue siendo muy demandado, no sólo en España, sino en numerosos países del extranjero, como Estados Unidos, China o Portugal.

Pero el Ceregumil y la empresa familiar que en 1912 fundó este farmacéutico junto a su mujer Blanca Canivell Pascual también han evolucionado y se han adaptado a los nuevos tiempos. Sin ir más lejos, en estos últimos meses el laboratorio Fernández Canivell completando el traslado a su nueva sede, en el Parque Tecnológico de Andalucía: una nave con 4.000 metros cuadrados construidos sobre una parcela de 8.000 metros cuadrados. La sociedad familiar dio un giro hace ahora cuatro años, cuando dos empresarios malagueños -que nunca han querido tener repercusión mediática-, se hicieron con el 68% del capital social. Dos nietos de los fundadores, Ramón y Juan Ramón Fernández y Canivell, controlan el 32% restante.

Las nuevas instalaciones han sido la guinda del «un salto de calidad» que ha dado la empresa, «que vivía anclada en el pasado», según reconoce el gerente del laboratorio , Juan Carlos García. La vía para conseguir esa transformación ha sido la diversificación del producto -en apenas cuatro años el laboratorio ha multiplicado por tres su gama de productos, con complementos dietéticos específicos para la menopausia, la lactancia o los estudiantes-, la apuesta por la I+D -mantiene un convenio con un presupuesto de 100.000 euros con la Universidad de Málaga-, el reforzamiento de la marca Ceregumil y la multiplicación de los esfuerzos comerciales, así como la búsqueda de nuevos mercados en el extranjero.

«Nos hemos rejuvenecido, pero sin perder nuestras señas de identidad», resume García. Y es que la marca Ceregumil está íntimamente ligada a la historia reciente de España. Cuando Bernabé Fernández empezó a comercializar su jarabe -con el que llegó a curar a uno de sus hijo hijos, aquejado de fuertes dolores abdominales-, el éxito fue inmediato, lo que obligó a la familia a trasladarse a Málaga, donde abrió su primera fábrica en el paseo de la Farola.

Ni siquiera durante la Guerra Civil se detuvo la fabricación del Ceregumil, ya que los trabajadores se trasladaron entonces hasta una finca propiedad de la familia en Algarrobo-Costa. Durante el franquismo y hasta bien entrados los años 80, el jarabe -una mezcla con extractos de trigo, cebada, maíz, avena, judías y lentejas, agua, etanol (inferior al 3,5%), glicerofosfato de calcio, miel de abejas y azúcar de caña-, estuvo disponible en hospitales porque era considerado una especialidad farmacéutica, casi un medicamento.

El clásico y las novedades.
Hoy día se siguen vendiendo 500.000 botellas y 250.000 cápsulas anuales de este reconstituyente. Pero además la firma malagueña cuenta con más de una docena de productos de la misma marca, como Ceregumil Fósforo o Ceregumil Peques, disponibles en farmacias, parafarmacias y puntos de venta especializados.

La compañía tiene buenas perspectivas de cara al futuro, a pesar de la crisis. De hecho, el pasado año lo cerraron con un aumento de la facturación del 12%, hasta alcanzar los 3 millones de euros. En los cinco primeros meses de este año, las ventas ya son un 35% mayores que en el mismo periodo del pasado ejercicio, según destaca García, quien afirma que aunque la competencia es muy fuerte, «si seguimos ahí será por algo». «Esto no es como la Coca-Cola, no hay ningún secreto, ni fórmula mágica. Esto es como la cocina y los cocineros: los ingredientes están ahí, pero hay que saber mezclarlos», concluye.

Fundación: 1907. Fundadores: Bernabé Fernández Sánchez y Blanca Canivell Pascual. Socios actuales: Dos empresarios malagueños controlan el 68% del capital social, mientras que el 32% restante sigue en manos de dos de los nietos de los fundadores, Juan Ramón y Ramón Fernández y Canivell. Actividad: Fabricación y comercialización de complementos alimenticios elaborados con productos naturales. El Ceregumil fue el primero, creado en 1907 a partir de una mezcla de cereales, legumbres y miel. Desde 2005 ha desarrollado una amplia gama de productos con la misma marca dirigidos a la menopausia, los estudiantes, el embarazo, los niños o la lactancia, entre otros. Sede: Acaba de inaugurar unas nuevas instalaciones en el PTA tras invertir 7 millones de euros. Allí cuenta con 4.000 metros cuadrados. Facturación: 3 millones de euros en 2008. Plantilla: 19 empleados. Comercialización: El 12% se exporta, a EE. UU., Asia y Sudamérica.